Como la gota que socava la roca con paciencia infinita, el rumiar constante carcome el alma: el camino cierto es el de la incertidumbre. Siento, necesito, debo rehumanizarme. Las monstruosidades siguen agazapadas dentro de mi ser y me asaltan, por los resquicios de las violencias sufridas escapan y multiplican los daños. Mi ser se resquebraja, estar entera implica un esfuerzo diario, persistente y constante.
Este libro es un intento de unir esos fragmentos para volver a ser un todo, para volver a sentir que soy una mujer plena, fortalecida. Las cicatrices serán visibles, siempre lo serán, pero, como en la técnica kintsugi, darán testimonio de todo el valor que se necesita ante tanto horror.