Ambas disfrutábamos de la contemplación de la naturaleza, tema fundamental del haiku, de sus manifestaciones y cambios; sin dejar, por esa causa, de abstraernos y observar nuestra realidad urbana circundante.
También poco a poco fuimos descubriendo características personales cercanas (las dos nacimos en los primeros días de marzo, las dos apreciamos el silencio), y de ese modo se fue entretejiendo una grata amistad. Cuando Susana, ante la sugerencia de Neri de que publicase un libro, le respondió
que de hacerlo lo haría conmigo, aunque no estaba entre mis proyectos, no lo dudé. Y bajo la guía cálida de nuestra profesora, comenzó a germinar la obra.
No sé cuánto tiempo pasó desde aquella propuesta. Algunos años, sin duda.
El cafecito de la esquina ya no existe. También Neri nos dejó, casi simultáneamente con otra dolorosa partida.
Pero primavera tras primavera, el duelo fue cediendo paso al deseo de seguir creando.
Hoy Susurros a la intemperie aletea, está vivo.
Refleja las miradas pausadas y respetuosas de dos mujeres que coincidieron cierto día en un recodo del camino.
Y ese día, para su dicha, ambas fueron rozadas por el aware…
Susana y Graciela