Una aspiración del ser humano es despertar alegre cada mañana. No lo hemos conseguido. Estamos atravesando más dificultades a pesar del avance de la ciencia y de los conocimientos como internet, el celular o Google.
Comprobamos cómo los ricos más ricos se enriquecen cada día más, y además acumulan poder. Mientras los pobres y la clase media son cada día más pobres.
Estamos seguros que el pasado no vuelve, los emperadores, los zares, ya han pasado. Pero el futuro que comienza mañana se alejó en tiempo real.
Solo hay frases grandilocuentes; “se puede”, “la culpa la tiene el otro”, pasa cada día, cada vez hay menos trabajo, menos salud, menos educación, etc. Las religiones también se olvidan y pierden poder en el mundo del mañana.
En este trabajo intentamos ser francos, comprometidos con el estilo común, con cinismo frente a las guerras porque no importa el lugar donde se libren o las ideas que se quieran defender, el verdadero objetivo es acumular más poder.
La guerra más visible es la invasión rusa a Ucrania, en la que la iglesia, institución milenaria, tomó partido. Pasó históricamente, Enrique VII formó su propia religión, con el objetivo de poder volver a casarse.
Durante siglos se permitió la esclavitud, los esclavos negros no eran considerados humanos.
En la memorable película “La armada Brancaleone” de Vittorio Gasman, el eje central fue el poder en las guerras, e hizo reír a muchas personas. Hoy los ejércitos no atacan a caballo, y hasta los hay sin soldados. Tienen bombas nucleares y amenazan con tirarlas, ya lo hicieron. Tienen misiles y drones, todo vale para forzar la rendición del enemigo. Los argentinos quisimos recuperar Malvinas, perdimos y nos llevaron a Madrid a firmar la rendición. Así siempre terminan las guerras con muertos y ciudades destruidas. Por supuesto, los muertos los pone el pueblo, en Ucrania, Siria, Yemen, las guerras tribales impulsadas por los poderosos para continuar saqueando sus recursos.
En las pandemias, los poderosos huían de los lugares afectados. Hoy tienen vacunas de sobra que faltan a cientos de millones.
Hoy hay un nuevo imperio, el Financiero, sostenido por el poder tecnológico. El planeta, el único que tenemos, está acorralado por la contaminación y unos pícaros dicen que nos tenemos que mudar a Marte, donde saben que la vida no es posible.
Todos juran amar la paz… cuando destruyan al enemigo.
Es la historia del hombre que hoy también quiere tener una familia, protegerla y educarla. Actualmente, ciento treinta millones de migrantes vagan por el mundo buscando un lugar al que llamar hogar.
Este libro continúa la línea de Tercer Mundo, ¿tiene futuro? Una palabra que hemos olvidado es “equidad”, viene de la Revolución Francesa: igualdad, fraternidad, libertad. Sin equidad no es posible la paz.