Caba sutra – Hernán D’ambrosio

Si uno pudiera detenerse, retrasar toda empresa, en medio de la vorágine cotidiana de la Capital Federal y mirar a su alrededor, o relajarse lo suficiente en una mesa de café porteño con vistas a la calle (o no), y considerar seriamente las miles y miles de personas que circulan como laboriosas hormigas, sospecho que lograría como mínimo un dolor de cabeza importante. Como máximo, y con una tenacidad creativa impecable, un gran desafío literario como esta novela. Resulta para muchos una rutina cotidiana patear su asfalto de la mentada CABA, sus pastos enrejados, sus charcos y sus alfombras. Para otros, un viaje de descubrimiento, cuando no de iniciación en la aventura. En infinitas aventuras. CABA Sutra logra, no a vuelo del gorrión marechaleano, pero sí con la fiereza de un tábano, de un virus, de buena literatura, filtrarse por calles, vehículos, heridas, líneas telefónicas, mails, lluvia, caminatas, animales, pasadizos secretos, lágrimas, y un montón de canciones que arrancan en el momento exacto, refractar la vida de tantas personas como se cruce. Cumple en su coralidad con el deseo real de abrir el libro en cualquier página, si se desea, atisbar aunque sea por minutos, o segundos, un destello de vida, una posibilidad entre miles. O sentarse de principio a fin, del amanecer al ocaso, a dar un paseo por momentos gracioso, por otros inquietante, a saborear y gritar, a admirarse de la viveza y sonreírse con cierta ingenuidad, toparse con lo conocido y dudar de lo inefable. En esos golpes y chasquidos de existencias interactúan y fluyen las vidas, como la sangre de una ciudad omnipresente en todas sus caras. Así se alimenta, así se levanta, siempre da la bienvenida y siempre dice adiós, monstruo de miles de caras que jamás descansa. Nunca duerme, siempre sueña.