Cuando abrazamos una profesión con compromiso social y empatía, cada paso que damos es pensando en el otro. De este modo, se obtienen resultados de un valor incalculable y se dejan huellas imborrables en el camino. Conseguimos sumergirnos en la realidad, conocer los avatares de la profesión, “patear la calle” junto a una trabajadora social, inmersos en su relato que nos genera un torbellino de emociones, una revolución de sentimientos.
Mirar, escuchar, conectar, comprender sin juzgar son instrumentos indispensables que uno debe implementar en el vínculo con el otro. Aunque no son suficientes, ya que la pasión por la profesión será la que nos permita involucrarnos porque de esto también se trata…de “estar ahí” para el otro.
Y aunque al final del camino nos queden pendientes en nuestra “mochila” nos quedará la convicción de haber brindado lo mejor.
El Diario de una trabajadora social: profesión y pasión deja ver un poco de todo esto.
Daniela Doyhenart, licenciada en psicólogía.