La lectura de “El boleto hacia la inmortalidad” me remite a la frase de Sócrates “Habla para que yo te conozca”. El joven Walerko desnuda en el poemario su yo lírico, con la avidez y pasión de quien, desbordado de expectativas por respuestas, necesita trascender y manifestarse. Más que nunca una obra, ésta obra, espera retribución del lector. Queda perfectamente claro en ella que el objetivo del autor ha sido provocar esa retribución/crítica. Me atrevería a decir que el disenso ha sido el eje de la trama de este por demás interesante y enriquecedor poemario. Estoy a mi entera disposición, titula uno de los poemas, en el cual no solo se coloca a su entera disposición, sino que le da carácter universal a la frase. A través de los textos que conforman la primera publicación, Iván revela la personalidad de la juventud en general, habla y nos concede la oportunidad de conocer la interioridad de millones como él, con la oportunidad de reflejarnos y ampliar el horizonte. Una obra necesaria para acercar a las distintas generaciones a través de la espontaneidad. Una obra imperdible en momentos en que la inclusión parece ser el tema pendiente.
Osvaldo Víctor Fernández