Pandemia, encierro, distancia.
La metrópolis se torna desierto. La población se ve impedida del encuentro y del abrazo. La vida se vuelve celular.
Pero hay una pequeña muchedumbre que resiste. Un grupo de conversadores que no se paraliza. Por el contrario, cuenta su día a día sin filtros. Se muestra, se mira y se interroga. Se expresa, se reconfigura y se contiene. Duda. Acciona. Se debate entre el miedo y la sorpresa; entre el tedio y la esperanza. Y, por sobre la catástrofe, decide escribir una historia. La propia. La de todos.
Y éste es su libro.